Editorial

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Abstract

El 2016 ha sido un año de discontinuidades y cambios políticos dramáticos, algunos de ellos predecibles y otros ciertamente inesperados. El voto a favor del Brexit en Inglaterra, el impeachment de Dilma Rousseff en Brasil, la derrota electoral del acuerdo de paz en Colombia, la elección de Donald Trump en Estados Unidos, constituyen algunos de los hitos políticos de un año en que los oficialismos del mundo sufrieron derrotas dolorosas. Mientras las economías del norte calientan motores y las del sur los enfrían, surgen señales de profunda inestabilidad en el orden internacional. Sufre América Latina porque no crece, Europa porque se divide y el Medio Oriente porque se desangra. Estados Unidos, afectado por los mayores niveles de polarización observados en más de un siglo, se prepara para la asunción de un presidente con extenso control del Congreso que es, a su vez, visceralmente resistido por más de la mitad de la población. 

Han sido también tiempos complejos para la Argentina, quizá más habituada que lo que debería a sus continuos vaivenes sociales, económicos y políticos. El segundo semestre llegó y pasó con una economía estancada, altos niveles de inflación y las mismas profundas grietas políticas, tanto entre sus élites políticas como entre los votantes. Nuestra democracia, saludablemente consolidada, es también terreno de luchas institucionales intensas entre Nación y provincias.

Published

2016-11-28